
Navarra es una tierra cuajada de lugares maravillosos que visitar. Rincones llenos de historia y leyenda rodeados de un entorno natural de belleza embriagadora. Una tierra a la que es imposible no volver aunque sea con la imaginación y el recuerdo.
Desde el norte hasta el sur, de este a oeste, son tantas las sendas que recorrer, los puntos donde parar a descansar y observar, que lo mejor es dejar que el instinto te guíe y recorrer el territorio sin prisa, sin mapa. Os propongo solo unos lugares, pero hay muchos, muchos mas…
El inicio del Camino de Santiago elegido por la mayoría de los peregrinos en la Península colocan a Roncesvalles en primera página del turismo en los Pirineos. Los gruesos muros de la colegiata protegerán de un clima cambiante y duro al viajero y le trasladarán a un mundo de batallas y mitos. La derrota del todopoderoso Carlomagno marca este lugar de leyenda.
Parajes como el hayedo de la Selva de Irati invitan a perderse con la esperanza de encontrar seres mágicos tras los troncos de abetos y hayas. El valle del Roncal o de Baztán con sus monumentos megalíticos y cuevas nos trasladan a un tiempo donde la brujería era algo más que leyenda. Monasterios como el de Leyre, Irantzu, La Oliva o Tulebras, forman bellos conjuntos monumentales que arropan a quién busca silencio y tranquilidad.
Pueblos como Olite o Artajona, son muestras del carácter combativo y el amor que por su tierra sienten los navarros, capaces de reconstruir casi íntegramente poblaciones arrasadas por la guerra y la barbarie.
Y hay más…
«Celtic Groove» de Chronicles II por Mattias Westlund.
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