En tiempos de pandemia y con limitaciones de movimientos es conveniente abrir la mente, cambiar el punto de vista… y entonces descubres muy cerca pequeños tesoros que antes nunca habías visto.





































En tiempos de pandemia y con limitaciones de movimientos es conveniente abrir la mente, cambiar el punto de vista… y entonces descubres muy cerca pequeños tesoros que antes nunca habías visto.
El comienzo del año 2021 dejó una nevada en Madrid que solo recordaban los más mayores, y concedió estampas inéditas que la gran mayoría no habíamos presenciado jamás por estas latitudes.
Para los amantes de la Fotografía y de la Naturaleza esta insólita nevada nos permitió, por más de 10 días, disfrutar de paseos y observación de fauna por los alrededores de nuestras residencias. La luz, las formas y los lugares cambian y nos ofrecen imágenes únicas.
El temporal nos deja curiosas instantáneas de nuestros paisajes. Al fondo de un mar de nieve se intuye el skyline de Navalcarnero.
Las avifauna trata de sobrevivir en estos parajes helados a los que no están habituados, pero sin duda su instinto les ayuda a encontrar alimento y refugio.
En el estanque congelado tras el temporal comparten espacio y alimento lavanderas cascaceñas y lavanderas blancas, gansos del Nilo, gorriones y un cisne entre otras especies…
En nuestras calles y jardines se dieron imágenes muy llamativas. Las curiosas formas que deja la nieve sobre esculturas y vehículos sorprenden. El jueves 7 de enero solo es un anticipo de lo vendría la tarde-noche del viernes 8…
Pero dice el refrán que «tras la tempestad viene la calma». Y así es. La rutina de la vida salvaje y la adoptada en nuestros parques y jardines sigue su curso.
Los restos de la nieve en el campo madrileño no impide que las especies más cotizadas por los depredadores continúen con sus «quehaceres». Una liebre otea el horizonte, inmóvil, y permite una breve ráfaga con las últimas luces del día. El sonido del obturador asusta a un grupo de perdices rojas que ponen una cómoda distancia de seguridad frente a mi objetivo.
Permanecerán en nuestro recuerdo estas instantáneas, pero más aún los ratos vividos…
No todas las imágenes fueron de diversión. La inusual y monumental nevada trajo consigo muchos problemas de circulación y movilidad en las poblaciones, carreteras y caminos. Los equipos de Protección Civil, junto a Guardia Civil, Policía Local y otros voluntarios se emplearon a fondo para recuperar la vida normal en nuestro entorno. Desde este espacio quiero agradecer el esfuerzo y el compromiso de estos y otros cuerpos al servicio de la población. Y la mejor manera es mostrando como se dejaron la piel incluso para liberar a un cisne que parecía atrapado por el hielo en un estanque. No dudaron en meterse en las heladoras aguas…
Antes del ocaso la Naturaleza nos regala una de esas estampas difíciles de olvidar… Gracias.
La ruta que os proponemos parte de Villarreal de San Carlos. Iniciamos la marcha caminando por la Cañada Real pasando por los chozos, atravesamos una zona convertida en parque botánico junto al árbol singular de Extremadura, un gigantesco Almez. Unos 500 metros más adelante se une con otro camino que parte junto al helipuerto. Esta es una zona de dehesas donde es muy probable encontrar ciervos, desde la Fuente del Alisar el camino pasa por los campos de eucaliptus, llegando hasta la Fuente de los Tres Caños. Siguiendo hasta el Mirador de la Tajadilla veremos al fondo del camino el río Tiétar. En el Charco del Infierno el río hace un meandro, zona de anidación de alimoches, llegamos al Mirador de la Tajadilla donde se observan buitres leonados, alimoches y milanos.
Una visita a los restos del castillo y al Salto de Gitano es obligatoria para observar a numerosos ejemplares de buitre leonado.
Hoy os propongo un recorrido apto para todos los públicos, especialmente para los más pequeños de la casa que lo vivirán como una aventura.
Se trata de una ruta a pie por la localidad segoviana de Sepúlveda y las Hoces del río Duratón.
El pueblo de Sepúlveda es un lugar acogedor con multitud de restaurantes excelentes donde reponer fuerzas tras la caminata. Pero aparte de buenas viandas destaca por los magníficos monumentos y su privilegiado entorno natural.
Un paseo por sus calles de trazado medieval debe comenzar por la Iglesia de Santiago, sede de la casa del parque de las Hoces del Duratón. Aquí nos proporcionarán información y consejos adecuados para recorrer la zona. Después un recorrido por sus calles estrechas nos llevarán a la Plaza Mayor presidida por los restos imponentes del castillo del Conde Fernán Gonzalez, del siglo XI.
Tras atravesar la puerta del Azogue el paseo transcurre junto a un recoleto jardín, la Casa de la Señora, y pasaremos frente a la Casa de los Proaño cuyo blasón en la fachada delata el poder que ostentaba esta familia. Al final de esta calle llegaremos al Santuario de la Virgen de la Peña. Podemos volver al pueblo para recorrer sus callejas y admirar la labor de la piedra de la Iglesia del Salvador o continuar el paseo en paralelo al río hasta salir del pueblo.
Hay una senda señalizada que tras atravesar los restos de una puerta de la muralla medieval desciende hasta el fondo del cañón. Siguiendo el transcurrir del río nos lleva por bosques de ribera para ascender más tarde a una pasarela colgada de la pared del cañón para trazar un círculo y llevarnos de vuelta a Sepúlveda. Durante todo el recorrido lo buitres leonados nos acompañaran desde los cielos, siendo una ocasión magnífica para observarlos con unos buenos prismáticos.
Podemos tomar el coche y en dirección Sebúlcor desviarnos hacia la Ermita de San Frutos. Antes de llegar, al atravesar el río Duratón merece la pena una parada para pasear por la senda fluvial y bajo la bóveda de los árboles disfrutar del sonido del bosque y el río. Tras unos minutos llegaremos a una zona donde la lluvia ha excavado grutas naturales tan altas que se puede pasar caminando. En una de ellas, y protegida tras una reja, quedan los restos de un altar de época visigoda. Continuaremos viaje en coche hasta la ermita de San Frutos que nos proporcionará una vista espectacular del cañón que el río ha ido horadando durante miles de años.
Pero la plenitud de las hoces se aprecia desde abajo, desde el río, y la mejor manera de hacerlo es dando un paseo en piragua. Y el mejor momento por la tarde. En Primavera podemos observar los nidos de los buitres leonados y los primeros aleteos de sus polluelos. También conviene prestar atención a la superficie del agua pues enormes carpas nos darán más de un «susto» junto a las barcas.
En definitiva, una ruta para toda la familia y para disfrutar de la naturaleza, la buena mesa y la fotografía.
Que lo único que nos llevemos sean recuerdos y fotografías y lo único que dejemos la huella de nuestras botas.
«Mattias Westlund – Exploration» de Chronicles III
La mejor época de año para visitar esta zona de la provincia de Cáceres es sin duda la primavera. Hay que esperar pacientes y acudir durante el corto periodo de tiempo que dura la floración del cerezo, apenas un par de semanas.
Sencillamente espectacular.
Podemos disfrutar de este regalo de la naturaleza paseando con respeto entre las múltiples terrazas de las plantaciones, llevándonos con nosotros recuerdos e imágenes. Solamente. Que no es poco.
Si el calor aprieta, un paseo por cualquiera de los arroyos aliviará un poco. Pero sin duda, una visita a la Garganta de la Olla nos relajará un buen rato. Un agradable sendero, apto para todos los públicos, nos guiará por varios saltos de agua rodeados de una exuberante vegetación nos ayudará a desconectar.
Para finalizar, o iniciar la ruta, una visita al Monasterio de Yuste nos trasladará a los tiempos del Emperador Carlos V. Lugar de retiro hasta su muerte. Un pequeño y bien cuidado tesoro de todos los españoles rescatado del abandono y el olvido merece una visita pausada disfrutando de los claustros y el sonido de sus fuentes.
Agua, Sol y Tierra. Flores y Cerezas.
«Springtime» de Chronicles II por Mattias Westlund.
El río Estena ha excavado una garganta a lo largo de miles de años y ofrece al visitante un agradable paseo en esta época de primavera. Los abruptos torreones rocosos delatan el pasado marino de los materiales que forman este terreno. Con atención es posible ver restos fósiles de diferentes tamaños, como el enorme túnel excavado por un gusano marino gigante, que datan de hace 470 millones de años. Las laderas repletas de alcornoques centenarios, robles y encinas nos recuerdan que estamos en pleno clima mediterráneo.
Es este un entorno de enorme variedad de flora y fauna protegida como el martín pescador, la nutria o el galápago leproso. Pero también peces autóctonos al borde de la extinción como jarabugo, la colmilleja o el cacho que comparten habitat con jabalíes, zorros y ciervos.
En primavera la floración de jaras, orquídeas,brezos de tubera y peonías entre otras flores, con su explosión de colores es un auténtico espectáculo para los sentidos. Con paciencia podremos observar infinidad de mariposas de múltiples colores que acuden a alimentarse del néctar de las flores.
En resumen, un paseo repleto de sorpresas, apto para toda la familia y un homenaje a los sentidos.
Y recordad: lo único que te lleves fotos y recuerdos; y lo único que dejes, la huella de tus zapatos.
Llega la Primavera y con ella más horas de sol y temperaturas más altas. La vegetación del humedal aún conserva el color ocre del otoño y no será hasta el final de la estación cuando el colorido estalle en verdes y dorados. Pero es un momento especial para observar las aves migratorias que empiezan a llegar a su habitual zona de descanso en su largo camino migratorio hacia el norte de Europa. Garcetas, Cigüeñuelas, Porrones y Ánades se mezclan con Aguiluchos Laguneros y Fochas que compiten por marcar su área de cría. Con la estación bien entrada podremos observar Garzas Imperiales, Avetorrillos y Garcillas Cangrejeras.
Unos prismáticos y un equipo fotográfico con un buen teleobjetivo son las herramientas imprescindibles para llevarnos un recuerdo a casa. Paciencia, silencio y agua en la mochila son otros elementos que necesitaremos para pasar una buena jornada en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel.
Al sudoeste de la provincia de Pontevedra se encuentra uno de los paisajes más bellos de la geografía gallega. La comarca del Baixo Miño se caracteriza por la mezcla de paisajes de litoral, montes frondosos y la ribera del río.
Podemos iniciar la ruta desde Baiona donde podemos tomar un transporte que nos lleve a las Islas Cíes. Estas pequeñas islas albergan una importante colonia de aves marinas que utilizan sus acantilados para nidificar y criar. Sus playas paradisíacas y libres de construcciones son un auténtico regalo de la naturaleza.
En la localidad de Baiona podemos pasear por el puerto y visitar sus numerosos monumentos como la imponente mole de la Fortaleza de Monte Real (s. XI-XVII), que nos trasladará a otros tiempos. Destacan sus murallas y torres medievales: la del Reloj, la de la Tenaza y la del Príncipe Cautivo. La muralla permite un recorrido peatonal muy agradecido, llamado Paseo do Monte Boi, donde podremos admirar panorámicas bellísimas de toda la costa sur de Galicia y, por supuesto, del pueblo de Baiona.
Continuando camino hacia el sur descubriremos la costa menos abrupta del litoral Atlántico. En la frontera con Portugal y como escenario la desembocadura del Miño debemos hacer un alto en el Monte Santa Tegra. Lugar de asentamiento del hombre desde hace más de 8.000 años. El castro de Santa Tegra da testimonio de ello.
Cambiando el rumbo hacia el interior llegamos a Tui. Esta ciudad es en sí misma toda una obra de arte, testigo de guerras de frontera frente a su hermana portuguesa de Valença. El monumento más destacable es la fortaleza-catedral de Santa María. Un conjunto arquitectónico excepcionalmente bien conservado donde resalta junto al claustro la entrada oeste con su pórtico ojival y el museo catedralicio. El casco histórico de la población está plagado de lugares con encanto y no es de extrañar que haya sido propuesto para su declaración como Patrimonio de la Humanidad.
«Mattias Westlund – Traveling Minstrels» de Chronicles III por Mattias Westlund.
Este fantástico castañar está situado en la localidad abulense de El Tiemblo.
Si acudimos un día de diario en otoño, y caminamos en silencio y reposadamente podremos admirar la belleza y el encanto de este bosque de cuento. Enormes castaños nos proporcionan un ambiente sombrío y húmedo que nos harán recordar relatos de infancia.
El primer tramo asciende suavemente bordeado de ejemplares jóvenes de castaños. Al llegar a una bifurcación del camino, bien marcada por el tocón de un enorme y viejo ejemplar de castaño, tomaremos el sendero de la derecha. Poco a poco aparecerán viejos castaños de troncos rugosos y retorcidos, huecos y llenos de musgos y líquenes. Llegaremos a una explanada donde podremos disfrutar de un descanso en el refugio y admirar los magníficos y enormes castaños que lo rodean.
A poca distancia se halla el castaño más longevo del parque, El Abuelo, de silueta sugerente, cuentan que en el interior se resguardaban pastores y ganado cuando había tormenta. Es el ejemplar más admirado, mimado y fotografiado del bosque. También el más frágil, por eso es el que más se cuida.
El resto del camino hay que recorrerlo sin guía…descubrirlo…degustarlo…
«Legends of the North» de Chronicles III por Mattias Westlund.
«Over the Northern Mountains» de Chronicles III por Mattias Westlund.
«Desert Chase» de Chronicles II por Mattias Westlund.
Durante los meses de primavera se hace imprescindible la visita de este paraje soriano. Disfrutar de los sonidos de las aves en plena época de cortejo es algo único. Y si hay suerte y con paciencia quizá podáis espiar a una pareja de buitres…
«The Barbarian Host» de Chronicles I por Mattias Westlund.
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