Hoy os propongo un recorrido apto para todos los públicos, especialmente para los más pequeños de la casa que lo vivirán como una aventura.
Se trata de una ruta a pie por la localidad segoviana de Sepúlveda y las Hoces del río Duratón.
El pueblo de Sepúlveda es un lugar acogedor con multitud de restaurantes excelentes donde reponer fuerzas tras la caminata. Pero aparte de buenas viandas destaca por los magníficos monumentos y su privilegiado entorno natural.
Un paseo por sus calles de trazado medieval debe comenzar por la Iglesia de Santiago, sede de la casa del parque de las Hoces del Duratón. Aquí nos proporcionarán información y consejos adecuados para recorrer la zona. Después un recorrido por sus calles estrechas nos llevarán a la Plaza Mayor presidida por los restos imponentes del castillo del Conde Fernán Gonzalez, del siglo XI.
Tras atravesar la puerta del Azogue el paseo transcurre junto a un recoleto jardín, la Casa de la Señora, y pasaremos frente a la Casa de los Proaño cuyo blasón en la fachada delata el poder que ostentaba esta familia. Al final de esta calle llegaremos al Santuario de la Virgen de la Peña. Podemos volver al pueblo para recorrer sus callejas y admirar la labor de la piedra de la Iglesia del Salvador o continuar el paseo en paralelo al río hasta salir del pueblo.
Hay una senda señalizada que tras atravesar los restos de una puerta de la muralla medieval desciende hasta el fondo del cañón. Siguiendo el transcurrir del río nos lleva por bosques de ribera para ascender más tarde a una pasarela colgada de la pared del cañón para trazar un círculo y llevarnos de vuelta a Sepúlveda. Durante todo el recorrido lo buitres leonados nos acompañaran desde los cielos, siendo una ocasión magnífica para observarlos con unos buenos prismáticos.
Podemos tomar el coche y en dirección Sebúlcor desviarnos hacia la Ermita de San Frutos. Antes de llegar, al atravesar el río Duratón merece la pena una parada para pasear por la senda fluvial y bajo la bóveda de los árboles disfrutar del sonido del bosque y el río. Tras unos minutos llegaremos a una zona donde la lluvia ha excavado grutas naturales tan altas que se puede pasar caminando. En una de ellas, y protegida tras una reja, quedan los restos de un altar de época visigoda. Continuaremos viaje en coche hasta la ermita de San Frutos que nos proporcionará una vista espectacular del cañón que el río ha ido horadando durante miles de años.
Pero la plenitud de las hoces se aprecia desde abajo, desde el río, y la mejor manera de hacerlo es dando un paseo en piragua. Y el mejor momento por la tarde. En Primavera podemos observar los nidos de los buitres leonados y los primeros aleteos de sus polluelos. También conviene prestar atención a la superficie del agua pues enormes carpas nos darán más de un «susto» junto a las barcas.
En definitiva, una ruta para toda la familia y para disfrutar de la naturaleza, la buena mesa y la fotografía.
Que lo único que nos llevemos sean recuerdos y fotografías y lo único que dejemos la huella de nuestras botas.
«Mattias Westlund – Exploration» de Chronicles III
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